REPSI - Revista Ecuatoriana de Psicología
https://repsi.org
Volumen 7, Número 19,
septiembre-diciembre 2024
ISSN:
2661-670X
ISSN-L:
2661-670X
pp.
601 - 614
Impacto de las
prácticas parentales positivas en el desarrollo socioemocional de preadolescentes
Impact of positive parenting practices on the
socio-emotional development of pre-adolescents
Impacto das práticas parentais positivas no desenvolvimento
socio-emocional dos pré-adolescentes
Clara Freire
cfreirejimenez@gmail.com
https://orcid.org/0009-0002-6772-9202
Nikole
Rodriguez
nikole_ra@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0001-4035-5047
Mariana
Fernández
mariana_ferp.15@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0001-6797-1210
Marco
Criollo
marcoadrianc1993@gmail.com
https://orcid.org/0000-0001-9200-2203
Universidad Técnica de Machala. Machala, Ecuador
Artículo recibido 14 de julio 2024 | Aceptado 28 de agosto 2024 |
Publicado 9 de septiembre 2024
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https://doi.org/10.33996/repsi.v7i19.145
RESUMEN
Las prácticas
parentales positivas son fundamentales para el desarrollo socioemocional de los
preadolescentes, porque influyen en su capacidad para formar relaciones
saludables y manejar emociones. El objetivo fue analizar el impacto de
las prácticas parentales positivas en el desarrollo socioemocional de
preadolescentes en la Unidad Educativa Ciudad de Machala. Se orienta este
estudio es analítico, con un enfoque cuantitativo y paradigma positivista; se
empleó un diseño no experimental de corte transversal. El instrumento fue el
Test Conociendo Mis Emociones (TCME), diseñado con 40 ítems, distribuidos en 5
áreas. La Escala para medir los resultados fue la Parentalidad Positiva. Los resultados
fueron que la asociación entre relaciones interpersonales e intrapersonales fue
más fuerte en mujeres (rho = .412) que en hombres (rho = .314). Se concluye
que, tanto hombres como mujeres presentan correlaciones significativas entre el
puntaje total del TCME y las dimensiones de estado de ánimo y relaciones
intrapersonales.
Palabras clave: Desarrollo; Impacto; Parentales; Prácticas; Positivas;
Preadolescentes; Socio-económico
ABSTRACT
Positive parenting practices are essential
for the socio-emotional development of preadolescents because they influence
their ability to form healthy relationships and manage emotions. The objective
was to analyze the impact of positive parenting practices on the
socio-emotional development of pre-adolescents from the Machala City
Educational Unit. The orientation of this study is analytical, with a
quantitative approach and positivist paradigm; a cross-sectional experimental
design was implemented. The instrument was the Knowing My Emotions Test (TCME),
designed with 40 items, distributed in 5 areas. The Scale to measure results
was Positive Parenting. The results were that the association between
interpersonal and intrapersonal relationships was stronger in women (rho =
.412) than in men (rho = .314). It is concluded that both men and women
present significant correlations between the TCME total score and the
dimensions of mood and intrapersonal relationships.
Key words: Development;
Impact; Parental; Practices; Positive; Preadolescents; Socioeconomic
As práticas parentais positivas são essenciais para o desenvolvimento
socioemocional dos pré-adolescentes porque influenciam a sua capacidade de
formar relacionamentos saudáveis e gerir emoções. O objetivo foi
analisar o impacto das práticas parentais positivas no desenvolvimento
socioemocional dos pré-adolescentes da Unidade Educacional da Cidade de
Machala. A orientação deste estudo é analítica, com abordagem quantitativa e
paradigma positivista; Um delineamento experimental transversal foi
implementado. O instrumento foi o Teste Conhecendo Minhas Emoções (TCME),
elaborado com 40 itens, distribuídos em 5 áreas. A Escala para mensurar os
resultados foi a Parentalidade Positiva. Os resultados foram que a
associação entre relações interpessoais e intrapessoais foi mais forte nas
mulheres (rho = 0,412) do que nos homens (rho = 0,314). Conclui-se que
tanto homens quanto mulheres apresentam correlações significativas entre a
pontuação total do TCME e as dimensões do humor e das relações intrapessoais.
Palavras-chave: Desenvolvimento; Impacto; Parental; Práticas Positivas;
Pré-adolescentes; Socioeconômicas
INTRODUCCIÓN
La práctica parental se refiere a los comportamientos y actitudes que los
padres utilizan al enseñar y cuidar a sus hijos. En opinión de Gallego et al.,
(2022), estos comportamientos se aprenden a través de la experiencia y pueden
verse influenciados por la educación previa de los padres, así como por la
cultura y el contexto social en el que viven. Influyen directamente en el
comportamiento de los niños. Según Capano y Ubach (2013), las investigaciones
han demostrado que los estilos de poder promueven el comportamiento de las
personas, mientras que los estilos negligentes o autoritativos pueden
contribuir a un comportamiento agresivo o problemático. El vínculo entre la
calidad de la relación emocional entre padres e hijos y los comportamientos
externos (como la agresión y el incumplimiento de las reglas) es bien conocido,
y comportamientos como el retraimiento del amor son perjudiciales.
Es importante mencionar que, las prácticas de los padres influyen
directamente en el comportamiento de sus hijos. Las investigaciones han
demostrado que un estilo autoritario promueve un comportamiento prosocial,
mientras que los estilos negligentes o autoritarios pueden contribuir a un
comportamiento agresivo o problemático. Es destacable la relación entre la
calidad del vínculo afectivo entre sacerdotes y niños y las conductas
externalizantes (como la agresión y el incumplimiento de las reglas), siendo
prácticas como la retirada del afecto particularmente nociva y necesaria para
el sano desarrollo de los niños. Los padres deben ser conscientes del impacto
que tiene el estilo de vida de sus hijos en su comportamiento y bienestar
emocional. Fomentar un ambiente familiar positivo que combine afecto con
límites claros puede ayudar a desarrollar personas responsables y socialmente
competentes.
En este mismo orden de ideas, las prácticas parentales son positivas
según El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) (2024), cuando
es importante fomentar la comunicación abierta con los niños. Los padres deben
escuchar atentamente las inquietudes y sentimientos de sus hijos, lo que
fortalece los vínculos afectivos y ayuda a desarrollar buenas habilidades
comunicativas. Este también es el caso cuando es necesario establecer normas
claras y coherentes para garantizar la protección de los niños. Estas reglas
deben explicarse en términos claros para que los niños comprendan su propósito
y cuándo los sacerdotes sirven como modelos a seguir. Para demostrar compasión,
respeto y resolución constructiva de problemas, los pastores enseñan a sus
hijos buenas cualidades.
En términos generales, las madres según Sánchez et al. (2019),
implementan prácticas parentales positivas de manera más significativa que los
padres, aunque tanto madres como padres tienden a recompensar a sus hijos con una
frecuencia similar, las madres muestran un mayor nivel de elogio cuando los
niños se comportan de acuerdo con sus criterios y principios, y también
demuestran un mayor afecto hacia sus hijos en situaciones de vulnerabilidad. No
obstante, la crianza positiva ha experimentado una notable evolución en las
últimas décadas al integrar nuevas técnicas y enfoques que promueven el
bienestar emocional y el desarrollo saludable de los niños y preadolescentes
(Cupajita et al., 2020).
Por tanto, unos buenos padres tienen un enorme impacto en el desarrollo
emocional, social e intelectual de los niños. Proporciona un entorno en el que
puedes explorar libremente tus sentimientos, desarrollar una autoestima
positiva y aprender importantes habilidades sociales. Además, promueve
relaciones familiares sólidas que contribuyen al bienestar general del niño.
De hecho, decidir cómo criar a sus hijos es un desafío al que se
enfrentan todos los padres. Ya sea que criemos a nuestros hijos solos o en
pareja, todos queremos hacer lo mejor para nuestros hijos y eso puede generar
mucha ansiedad a la hora de elegir el estilo de crianza a seguir. Los estilos
de crianza varían de persona a persona, pero los investigadores han
identificado algunas categorías principales a lo largo de los años. En la
década de 1960, la psicóloga Diana Baumrind identificó tres estilos principales
de crianza: autoritario, autoritativo y permisivo. Un cuarto estilo,
negligente, fue añadido más tarde en la década de 1980 por los investigadores
de Stanford Eleanor Maccoby y John Martin. Más tarde, Baumrind escribió un
libro completo sobre el estilo de crianza autoritario, que ella creía que era
el más beneficioso, pero las cuatro categorías siguen vigentes en la
actualidad. A continuación, se muestran los diferentes estilos de crianza.
En la sociedad actual, las prácticas parentales, prácticas de crianza,
estrategias de socialización o estilos educativos, desempeñan un papel vital en
la formación del entorno psicológico en el que los niños se desenvuelven a lo largo
de su desarrollo; estas prácticas no solo moldean las diferentes etapas de
crecimiento, sino que también transmiten un conjunto de valores y normas
fundamentales que facilitan la integración del niño en la sociedad (Juárez y
Luzuriaga, 2019).
A nivel psicológico, Trujillo et al. (2022), mencionan que
el estilo de crianza puede influir tanto positiva como negativamente en el
desarrollo de habilidades de afrontamiento ante diversas situaciones que
enfrenten los preadolescentes. La
crianza positiva implica satisfacer las necesidades de los niños, dado que es,
un proceso que comienza desde el primer año de vida y progresa gradualmente.
Según estudios
previos de Lanjekar et al. (2022), este proceso debe ajustarse a las normas
culturales de la sociedad y enfocarse en el desarrollo cognitivo del niño
durante sus primeras etapas de crecimiento. Se recomienda proporcionar un
ambiente positivo en las diversas situaciones familiares, esto ayudará a
fomentar la confianza en los niños y que puedan enfrentar cualquier desafío.
Por el contrario, en
la investigación de Puetate y Vásquez (2022), se identificaron
diferencias significativas en el tipo de estilo de crianza entre padres de
familia de preadolescentes. Para ello, estos autores realizaron un trabajo
investigativo en la ciudad de Ambato, en donde hicieron uso de la escala
ESPA-29. Los resultados muestran que el 5,7% se identifica con el estilo
negligente, mientras que el 37,9% y el 42,5% se ajustan a un estilo indulgente
y al autoritario respectivamente, se evidenció que, en Ecuador, el regaño
prevalece como método disciplinario principal.
Según Espinoza et al. (2020), dentro de las prácticas
parentales es fundamental el apoyo parental, el cual se define como aquel
comportamiento materno y paterno que provee a los hijos de un sentido de
aceptación, valía personal y consideración de sus necesidades, dando como resultado una relación positiva con el bienestar de los
hijos. Por otro lado, Kyriazos y Stalikas (2022), argumentan que las actitudes de
los padres hacia sus hijos influyen en su crecimiento; es decir, que una
práctica parental positiva contribuye a la forma de expresar sus emociones,
creencias y acciones, lo que genera que el preadolescente abandone por completo
tendencias negativas.
Ahora bien, cabe
resaltar la teoría de la inteligencia emocional de Daniel Goleman, la cual enfatiza
que el reconocimiento de las emociones no se limita únicamente a las propias,
sino que también abarca la identificación de las emociones en los demás.
García-Ancira (2020) explica que, al desarrollar la capacidad de reconocer las
emociones, una persona puede actuar de manera positiva, proactiva y asertiva,
mejorando así sus relaciones interpersonales, la teoría de Goleman sugiere que
la inteligencia emocional incluye habilidades como la autoconciencia, la
autorregulación y las habilidades sociales, todas cruciales para el éxito
personal y profesional.
Por otra parte, es
relevante destacar la teoría del apego de Bowlby, la cual se enfoca en las
relaciones afectivas tempranas que desarrolla el niño con sus cuidadores,
comúnmente los padres, los infantes que experimentan algún tipo de conflicto y
han recibido el apoyo de sus padres para enfrentarlos, tanto a nivel emocional
como físico desarrollan un apego seguro (Delgado, 2004; Mónaco et al., 2021).
Cabe mencionar que,
los niños que saben afrontar sus emociones suelen demostrar mayor competencia
social, menor susceptibilidad a problemas psicológicos y un mejor desempeño
escolar, tanto social como académicamente, además, en las últimas décadas, la
importancia de evaluar el conocimiento emocional de los niños ha aumentado
considerablemente en los campos de la psiquiatría, la psicología evolutiva y la
educación (Voltmer y
Von, 2022).
Es importante agregar en
esta investigación que, el desarrollo de habilidades socioemocionales revela un patrón diferencial por grado, Terrones y Rodríguez (2022), señalan un cambio en el desarrollo de competencias emocionales y de
autoconocimiento en los niños a medida que progresan en la educación primaria,
este desarrollo varía significativamente, influyendo en su bienestar emocional
y adaptación social. En cambio, en el ámbito de las interacciones sociales, se
observa que los niños a menudo manifiestan timidez en presencia de sus
compañeros, lo cual puede reflejar desafíos emocionales y académicos
subyacentes (Mera y Briones,
2021).
Por otra parte, conforme va creciendo el menor, se
evidencia un incremento en la autoestima, lo que contribuye significativamente
a que se sientan mejor consigo mismos y se valoren más (Morales y Díaz, 2021). En contraste, cuando se encuentran en el proceso de niñez y
adolescencia, su autoestima dependerá de la calidad de vida brindada por los
padres y el auto cuidado que se brinde, esto reflejará un desarrollo en su
identidad emocional (Rodríguez et al., 2021).
De este modo, el
estado de ánimo, el cual se refiere a la capacidad para reconocer, entender y
regular las emociones de manera efectiva, muestra que durante la etapa de la
niñez se desarrollan estrategias adaptativas que favorecen el manejo emocional,
y contribuyen a su bienestar (Vergara y Blancas, 2021). Mientras que, en la
etapa de la preadolescencia se identifica una mayor valoración y validación de
sus estados emocionales, lo cual puede fortalecer su resiliencia y capacidad
para enfrentar desafíos (Jurado et al., 2022).
Por su parte, González y Molero (2022) revelan que,
las mujeres tienen la capacidad de contribuir con las habilidades sociales y el
sentido creativo del niño, esto se debe a que la mujer tiene la habilidad de
fomentar el bienestar común y mantener buenas relaciones. Por el contrario,
Tobar y Mejía (2023), explican que según el sexo se puede reaccionar a diferentes
situaciones y que en el hombre se presenta menos rasgos de frustración o
preocupación, creando una relación más segura para el menor.
Adicionalmente, Lazo
et al. (2022), sostienen que la conexión emocional, es crucial para promover un
estilo de apego seguro, ya que ayuda a enfrentar numerosos desafíos entre
padres e hijos a medida que los niños crecen, no obstante, es posible que surja
un distanciamiento tanto físico como emocional debido a factores como cambios
en las dinámicas familiares, la influencia de amigos o actividades
extracurriculares intensas.
En este mismo orden,
Lara y Quintana (2022), argumentan que las
habilidades educativas empleadas por los progenitores incluyen la organización
de experiencias, el desarrollo de la autonomía progresiva, la mediación del
aprendizaje disciplinado y la facilitación de la socialización, estas
competencias subrayan la capacidad de los padres para guiar y modelar
comportamientos que promuevan el desarrollo integral de sus hijos. También,
Pacurucu et al. (2023), señalan que las habilidades reflexivas, que se refieren
a la capacidad de los progenitores para priorizar aspectos de formación en la
adaptación de sus hijos, suelen tener una alta puntuación, esta teoría indica
que los padres tienden a enfocarse en preparar a sus hijos para enfrentar las
presiones y realidades del entorno.
Ahora bien, en el ámbito laboral se encontró una
relación entre el estrés laboral y la percepción de competencias parentales,
observando que los padres que experimentan mayor tensión en el trabajo tienden
a sentirse menos competentes en su rol parental en el hogar, esto puede llevar
a una reducción en la calidad y la cantidad de tiempo que los padres dedican a
sus responsabilidades, exacerbado por el cansancio derivado de sus compromisos
laborales (Rochabrun et al., 2021).
En consonancia, la investigación de Vasiou et al.
(2023), explican sobre la salud mental de los adolescentes, y como la
fomentación de un estilo de crianza positivo, puede reducir los casos de
depresión, ansiedad y otros comportamientos depresivos. Si bien existen
evidencias sobre la influencia positiva de las prácticas parentales en el
desarrollo emocional de preadolescentes, es crucial profundizar en esta
relación.
Básicamente, con base en las investigaciones
realizadas se debe concluir que las malas prácticas parentales pueden tener
graves consecuencias para el desarrollo social de los niños en edad preescolar.
Este periodo, que va de los 9 a los 12 años, es muy importante para el
desarrollo de emociones y relaciones sociales que influirán en su vida futura.
Esto incluye la falta de buenos modelos de regulación emocional, lo que puede
provocar dificultades para gestionar las emociones en los años preescolares.
Esto conduce a respuestas inadecuadas a situaciones cotidianas, como sobrecarga
emocional o intolerancia al estrés, y la falta de atención y apoyo adecuados
puede conducir a conductas peligrosas, como el abuso de drogas o la comisión de
delitos fuera del hogar.
Entonces, el problema que existe es que, las prácticas
parentales no positivas pueden afectar profundamente el desarrollo
socioemocional de los preadolescentes. Es fundamental que los padres
proporcionen un entorno seguro y afectuoso, donde se fomente la comunicación
abierta y el apoyo emocional, para asegurar un desarrollo saludable durante
esta etapa crítica. Visto de esta forma el articulo tiene como objetivo
analizar el impacto de las prácticas parentales positivas en el desarrollo
socioemocional de preadolescentes en la Unidad Educativa Ciudad de Machala.
MÉTODO
El tipo de
investigación al cual se orienta este estudio es analítico, con un enfoque
cuantitativo y paradigma positivista; se empleó un diseño no experimental de
corte transversal, este diseño examina las relaciones entre las competencias
emocionales en preadolescentes (medidas por el Test Conociendo Mis Emociones) y
las competencias parentales de sus cuidadores (evaluadas por la Escala de
Parentalidad Positiva), sin manipulación de variables y recolectando los datos
en un momento temporal.
El muestreo fue no
probabilístico por conveniencia. Los criterios de inclusión para los
preadolescentes fueron: (a) tener entre 8 y 13 años, (b) estar cursando entre
quinto y séptimo grado de educación básica, y (c) contar con el consentimiento
informado de los padres o tutores legales. Para los padres, los criterios de
inclusión fueron: (a) ser el cuidador principal del preadolescente
participante, y (b) aceptar voluntariamente participar en el estudio. La
muestra estuvo conformada por 310 preadolescentes (50% mujeres) con edades
entre 8 y 13 años (M = 10.02, DE = 0.947) que cursaban quinto (28.4%), sexto
(31.3%) y séptimo grado (40.3%) de educación básica en la Unidad Educativa
Ciudad de Machala. Adicionalmente, participaron 24 padres de familia (91.7%
mujeres) con edades entre 27 y 57 años (M = 37.17, DE = 8.791). El 58.3% de los
padres estaba empleado al momento del estudio. El nivel socioeconómico de las
familias se clasificó como medio (50%), bajo (45.8%) y alto (4.2%).
El instrumento para
la recolección de la información fue mediante el Test Conociendo Mis Emociones (TCME), el cual fue diseñado para evaluar las competencias emocionales en
preadolescentes, consta de 40 ítems, distribuidos en 5 áreas: relaciones
interpersonales (8 ítems), relación intrapersonal (8 ítems), adaptabilidad (8
ítems), estado de ánimo I (8 ítems) y estado de ánimo II (8 ítems), con una
escala de respuesta Likert de 5 puntos (1= nunca, 5= siempre). La consistencia
interna global del TCME es α = .86, con valores
específicos para cada área entre α = .75 y α = .81. La interpretación de las puntuaciones directas se fundamenta en
los percentiles proporcionados por el mismo instrumento, diferenciando tres
categorías: bajo, promedio y alto.
Visto de esta forma, la Escala
utilizada para medir los resultados fue la de Parentalidad Positiva (E2P), diseñada para evaluar las competencias parentales en adultos
responsables de la crianza de niños y niñas, con 54 ítems, distribuidos en 4
áreas: competencias vinculares (14 ítems), competencias formativas (12 ítems),
competencias protectoras (17 ítems) y competencias reflexivas (11 ítems), con
una escala de respuesta Likert de 4 puntos (1= casi nunca, 4= siempre). La
consistencia interna global de la E2P es α = .95, con valores específicos para cada área entre α = .82 y α = .90. La interpretación de las puntuaciones directas
se fundamenta en los percentiles proporcionados por el mismo instrumento,
diferenciando tres zonas: zona de riesgo, zona de monitoreo y zona óptima.
Debe señalarse que,
el procedimiento se realizó en la Unidad Educativa "Ciudad de
Machala" fue seleccionada como sitio de estudio basándose en criterios de
accesibilidad y en el marco de colaboración existente entre la Universidad
Técnica de Machala y dicha institución. Se obtuvo la autorización del Distrito
de Educación de la Provincia de El Oro para llevar a cabo la investigación. Se
emplearon dos instrumentos: el TCME para evaluar competencias emocionales en
preadolescentes de 8 a 13 años, y la E2P para los padres o tutores.
La recolección de
datos se realizó en dos sesiones con una semana de intervalo. En la primera, se
administró el TCME a los preadolescentes (15 minutos aproximadamente) en el
auditorio escolar. En la segunda, se aplicó la E2P a los padres (20 minutos
aproximadamente). Los análisis estadísticos se realizaron utilizando SPSS
versión 26 y R versión 4.3.2.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
En este apartado se
presentan los resultados obtenidos luego de la recolección de información, en
consideración al objetivo del estudio. Se inicia con la tabla 1, a
continuación:
Tabla 1. Diferencias en las Dimensiones del TCME por
grado escolar
Dimensiones |
H |
R̅ |
p |
δ |
||
Quinto |
Sexto |
Séptimo |
||||
Relaciones interpersonales |
1.600 |
165.67 |
152.23 |
150.88 |
.449 |
0.12 |
Relaciones intrapersonales |
6.164 |
166.99 |
164.82 |
140.18 |
.046 |
0.21 |
Adaptabilidad |
4.623 |
156.85 |
169.57 |
143.63 |
.099 |
0.20 |
Estado de ánimo 1 |
4.545 |
168.49 |
159.89 |
142.95 |
.103 |
0.20 |
Estado de ánimo 2 |
8.410 |
148.09 |
177.18 |
143.90 |
.015 |
0.26 |
Puntaje total del TCME |
6.943 |
166.55 |
166.50 |
139.18 |
.031 |
0.22 |
En la tabla 1, se
visualiza el análisis de correlación de Spearman segmentado por sexo para
examinar la relación entre las dimensiones y el puntaje total del TCME (N =
310, 50% mujeres). Los resultados revelaron correlaciones significativas (p
< .01) entre todas las dimensiones y el puntaje total del TCME para ambos
sexos.
En ambos grupos, las
correlaciones más fuertes se observaron entre el puntaje total del TCME y las
dimensiones de estado de ánimo 1 (hombres: rho = .775; mujeres: rho = .839) y
relaciones intrapersonales (hombres: rho = .728; mujeres: rho = .789). Entre
las dimensiones, la correlación más fuerte fue entre estado de ánimo 1 y
relaciones intrapersonales (hombres: rho = .534; mujeres: rho = .588). Se
identificaron algunas diferencias entre sexos en la fuerza de las
correlaciones. Por ejemplo, la asociación entre relaciones interpersonales e
intrapersonales fue más fuerte en mujeres (rho = .412) que en hombres (rho =
.314), mientras que la correlación entre adaptabilidad y estado de ánimo 2 fue
más pronunciada en hombres (rho = .426) que en mujeres (rho = .303). A
continuación, tabla 2:
Tabla 2. Correlaciones de Spearman entre dimensiones y
puntaje total del TCME por sexo.
Dimensiones |
1 |
2 |
3 |
4 |
5 |
6 |
1. Relaciones interpersonales |
- |
.412** |
.290** |
.465** |
.283** |
.661** |
2. Relaciones intrapersonales |
.314** |
- |
.402** |
.588** |
.380** |
.789** |
3. Adaptabilidad |
.215** |
.338** |
- |
.450** |
.303** |
.653** |
4. Estado de ánimo 1 |
.413** |
.534** |
.356** |
- |
.478** |
.839** |
5. Estado de ánimo 2 |
.303** |
.285** |
.426** |
.365** |
- |
.627** |
6. Puntaje total del TCME |
.654** |
.728** |
.608** |
.775** |
.646** |
- |
Nota. ** p < .01 (bilateral). Correlaciones para mujeres sobre la
diagonal, para hombres bajo la diagonal.
Según se muestra en
la tabla 2, se tiene que, para examinar las diferencias en las dimensiones del
Test Conociendo Mis Emociones (TCME) según el grado escolar, se aplicó la
prueba H de Kruskal-Wallis considerando tres grupos: quinto (n = 88), sexto (n
= 97) y séptimo de básica (n = 125). Se encontraron diferencias significativas
en las dimensiones de relaciones intrapersonales (H (2) = 6.164, p = .046),
estado de ánimo 2 (H (2) = 8.410, p = .015) y puntaje total del TCME (H (2) =
6.943, p = .031).
Los análisis post-hoc
mediante la prueba de Dunn, con corrección de Benjamini-Hochberg para
comparaciones múltiples, revelaron diferencias significativas en la dimensión
de relaciones intrapersonales entre quinto y séptimo grado (p = .042), en
estado de ánimo 2 entre sexto y séptimo grado (p = .012) y entre quinto y sexto
grado (p = .018), y en el puntaje total del TCME entre quinto y séptimo grado
(p = .036) y entre sexto y séptimo grado (p = .036). El cálculo del Delta de
Cliff mostró tamaños del efecto pequeños a medianos en estas comparaciones, con
valores que oscilan entre 0.12 y 0.26. No se encontraron diferencias
significativas en las demás dimensiones (p > .05).
Nota. R̅ = rango
promedio; δ = Delta de Cliff (valor absoluto máximo entre comparaciones).
Seguidamente, la
tabla3:
Tabla 3. Distribución de competencias parentales por zonas y situación laboral.
Si trabaja / No trabaja |
|||||
P.V. |
P.F. |
P.P |
P.R |
P.T |
|
Óptima |
3/3 |
12/7 |
4/3 |
11/4 |
8/4 |
Monitoreo |
4/2 |
1/2 |
4/4 |
2/1 |
3/3 |
Riesgo |
7/5 |
1/1 |
4/3 |
1/5 |
3/3 |
Así mismo, en la
Tabla 3 muestra la distribución de competencias parentales por zonas y
situación laboral (N=24). La dimensión vincular presenta mayor frecuencia en
zona de riesgo (n=12), sin diferencias notables por situación laboral (7
trabajan, 5 no trabajan). La dimensión formativa se concentra en zona óptima
(n=19), predominando en padres que trabajan (n=12 vs n=7). La dimensión
protectora muestra distribución relativamente equilibrada entre las tres zonas.
La dimensión reflexiva revela disparidad: 11 padres trabajadores en zona
óptima, mientras 5 no trabajadores en zona de riesgo. El puntaje total indica
mejores competencias en padres trabajadores (8 en zona óptima vs 4 no
trabajadores). Los resultados sugieren asociación entre situación laboral y competencias
parentales, especialmente en dimensiones formativa y reflexiva.
Nota. P.V =
Puntaje dimensión vincular / P.F
= Puntaje dimensión formativa / P.P
= Puntaje dimensión protectora/ P.R =
Puntaje dimensión reflexivas / P.T
= Puntaje Total
Discusión
Las habilidades
parentales han facilitado un compromiso directo de los padres en los aspectos
académicos, personales, emocionales y sociales de sus hijos, desempeñando un
papel fundamental en su desarrollo integral. Este enfoque ha resultado en
beneficios significativos tanto para los padres como para los hijos,
promoviendo una comunicación óptima, mejorando la autoestima de los últimos, y
fortaleciendo las actitudes positivas hacia la crianza por parte de los
padres(Cupajita et al., 2020; Terrones y Rodríguez, 2022).
En estos resultados
de análisis de correlación se evidencia que, el sexo femenino resalta en las
relaciones interpersonales e intrapersonales en comparación con los hombres; en
contraste, en hombres se muestra mayor destreza en la adaptabilidad y manejo de
las emociones. Concordando con los hallazgos de Salavera y Usán (2021), que
explican que la correlación entre la exploración personal podría ser menos
significativa en hombres, posiblemente debido a su resistencia a peticiones o
actividades, en comparación, las mujeres podrían mostrar una correlación más
fuerte, gracias a sus habilidades sociales y formas de expresarse, facilitando
una actitud positiva.
Si bien se observaron
diferencias significativas por sexo, los resultados revelaron variaciones según
el grado escolar, en las áreas de relaciones intrapersonales y control de
emociones, lo que sugiere un desarrollo progresivo en el autoconocimiento y la
regulación emocional. Estas divergencias se
explican, por un cambio en el desarrollo de competencias emocionales
y de autoconocimiento en los niños a medida que progresan en la educación
primaria, este desarrollo varía significativamente, influyendo en su bienestar
emocional y adaptación social (Terrones y Rodríguez, 2022).
De acuerdo con el
estudio de Flores et al. (2023), se mostró que las competencias de formación y
de relaciones saludables, comúnmente son las mejores puntuadas en la muestra,
mientras que las competencias de protección y autoconciencia recibieron
puntajes más bajos. Nuestros resultados al comparar la distribución de
competencias parentales y zona laborales se observó que la dimensión formativa
y reflexiva son las que tiene mayor consistencia. En contraste, la dimensión
vincular, no presenta diferencias significativas en relación con la situación
laboral, lo que sugiere que esta dimensión no está tan influenciada por el
empleo de los padres.
Esto se explica, en
un estudio de Rochabrun et al. (2021), donde los padres que experimentan mayor
tensión en el trabajo tienden a sentirse menos competentes en su rol parental
en el hogar, esto puede llevar a una reducción en la calidad y la cantidad de
tiempo que los padres dedican a sus responsabilidades parentales.
CONCLUSIONES
Los
resultados indican que tanto hombres como mujeres presentan correlaciones
significativas entre el puntaje total del TCME y las dimensiones de estado de
ánimo y relaciones intrapersonales. Esto sugiere que el estado emocional juega
un papel crucial en la calidad de las relaciones personales, siendo un
indicador importante para ambos sexos.
Se
observaron diferencias notables en la fuerza de las correlaciones entre hombres
y mujeres. Las mujeres mostraron una correlación más fuerte entre relaciones
intrapersonales y estado de ánimo, lo que podría indicar una mayor sensibilidad
emocional o una tendencia a valorar más las conexiones interpersonales. Por
otro lado, los hombres presentaron una correlación más pronunciada entre
adaptabilidad y estado de ánimo 2, sugiriendo que su capacidad para adaptarse a
situaciones podría estar más relacionada con su bienestar emocional.
Estos
hallazgos sugieren que es esencial considerar las diferencias de género al
diseñar programas de intervención dirigidos a mejorar el bienestar emocional y
las habilidades interpersonales. Las estrategias podrían ser más efectivas si
se adaptan a las necesidades específicas de cada sexo, teniendo en cuenta sus
diferentes patrones de correlación.
Así
mismo, los análisis post-hoc revelaron diferencias significativas en varias
dimensiones del TCME entre los grados analizados. En particular, se observaron
diferencias en las relaciones intrapersonales entre quinto y séptimo grado, así
como en el estado de ánimo 2 entre sexto y séptimo grado y entre quinto y sexto
grado. Estas diferencias sugieren que a medida que los estudiantes avanzan en
su educación, sus habilidades en estas dimensiones evolucionan.
En
esta perspectiva, las diferencias significativas en el puntaje total del TCME
entre los grados quinto y séptimo, así como entre sexto y séptimo, indican que
el desarrollo emocional y social de los estudiantes puede ser influenciado por
su progresión académica. Esto sugiere que la transición entre grados puede ser
un período crítico para el desarrollo de habilidades socioemocionales.
Entonces,
los hallazgos subrayan la importancia de implementar programas de intervención
y apoyo socioemocional dirigidos a estudiantes durante las transiciones entre
grados, especialmente al pasar de quinto a séptimo grado. Estas intervenciones
podrían enfocarse en fortalecer las relaciones intrapersonales y mejorar el
estado de ánimo, contribuyendo así al bienestar general de los estudiantes
durante estos períodos críticos de cambio.
También,
los resultados indican que la dimensión vincular tiene una mayor frecuencia en
la zona de riesgo, lo que sugiere que los padres en situaciones más desafiantes
pueden estar más enfocados en establecer vínculos con sus hijos. Sin embargo,
no se encontraron diferencias significativas en esta dimensión según la
situación laboral, lo que sugiere que el contexto de riesgo puede ser un factor
más influyente que la ocupación laboral en este aspecto.
Y
la dimensión formativa se concentra notablemente en la zona óptima, con una
mayor representación entre los padres que trabajan. Esto sugiere que los padres
empleados pueden tener acceso a recursos o experiencias que les permiten
desarrollar competencias formativas más efectivas, lo cual es crucial para el
desarrollo integral de sus hijos.
CONFLICTO DE
INTERESES
Los autores declaran que no existe conflicto de intereses
para la publicación del presente artículo científico.
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