REPSI - Revista Ecuatoriana de Psicología

https://repsi.org

Volumen 7, Número 19, septiembre-diciembre 2024

ISSN: 2661-670X

ISSN-L: 2661-670X

pp. 601 - 614

 

 

 

 

 

 

Impacto de las prácticas parentales positivas en el desarrollo socioemocional de preadolescentes

 

Impact of positive parenting practices on the socio-emotional development of pre-adolescents

 

Impacto das práticas parentais positivas no desenvolvimento socio-emocional dos pré-adolescentes

 

Clara Freire

cfreirejimenez@gmail.com

https://orcid.org/0009-0002-6772-9202

 

Nikole Rodriguez

nikole_ra@hotmail.com

https://orcid.org/0009-0001-4035-5047

 

Mariana Fernández

mariana_ferp.15@hotmail.com

https://orcid.org/0009-0001-6797-1210

 

Marco Criollo

marcoadrianc1993@gmail.com

https://orcid.org/0000-0001-9200-2203

 

Universidad Técnica de Machala. Machala, Ecuador

 

Artículo recibido 14 de julio 2024 | Aceptado 28 de agosto 2024 | Publicado 9 de septiembre 2024

 

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https://doi.org/10.33996/repsi.v7i19.145

 

 

 

RESUMEN

Las prácticas parentales positivas son fundamentales para el desarrollo socioemocional de los preadolescentes, porque influyen en su capacidad para formar relaciones saludables y manejar emociones. El objetivo fue analizar el impacto de las prácticas parentales positivas en el desarrollo socioemocional de preadolescentes en la Unidad Educativa Ciudad de Machala. Se orienta este estudio es analítico, con un enfoque cuantitativo y paradigma positivista; se empleó un diseño no experimental de corte transversal. El instrumento fue el Test Conociendo Mis Emociones (TCME), diseñado con 40 ítems, distribuidos en 5 áreas. La Escala para medir los resultados fue la Parentalidad Positiva. Los resultados fueron que la asociación entre relaciones interpersonales e intrapersonales fue más fuerte en mujeres (rho = .412) que en hombres (rho = .314). Se concluye que, tanto hombres como mujeres presentan correlaciones significativas entre el puntaje total del TCME y las dimensiones de estado de ánimo y relaciones intrapersonales.

 

Palabras clave: Desarrollo; Impacto; Parentales; Prácticas; Positivas; Preadolescentes; Socio-económico

 

ABSTRACT

Positive parenting practices are essential for the socio-emotional development of preadolescents because they influence their ability to form healthy relationships and manage emotions. The objective was to analyze the impact of positive parenting practices on the socio-emotional development of pre-adolescents from the Machala City Educational Unit. The orientation of this study is analytical, with a quantitative approach and positivist paradigm; a cross-sectional experimental design was implemented. The instrument was the Knowing My Emotions Test (TCME), designed with 40 items, distributed in 5 areas. The Scale to measure results was Positive Parenting. The results were that the association between interpersonal and intrapersonal relationships was stronger in women (rho = .412) than in men (rho = .314). It is concluded that both men and women present significant correlations between the TCME total score and the dimensions of mood and intrapersonal relationships.

 

Key words: Development; Impact; Parental; Practices; Positive; Preadolescents; Socioeconomic

 

RESUMO

As práticas parentais positivas são essenciais para o desenvolvimento socioemocional dos pré-adolescentes porque influenciam a sua capacidade de formar relacionamentos saudáveis e gerir emoções. O objetivo foi analisar o impacto das práticas parentais positivas no desenvolvimento socioemocional dos pré-adolescentes da Unidade Educacional da Cidade de Machala. A orientação deste estudo é analítica, com abordagem quantitativa e paradigma positivista; Um delineamento experimental transversal foi implementado. O instrumento foi o Teste Conhecendo Minhas Emoções (TCME), elaborado com 40 itens, distribuídos em 5 áreas. A Escala para mensurar os resultados foi a Parentalidade Positiva. Os resultados foram que a associação entre relações interpessoais e intrapessoais foi mais forte nas mulheres (rho = 0,412) do que nos homens (rho = 0,314). Conclui-se que tanto homens quanto mulheres apresentam correlações significativas entre a pontuação total do TCME e as dimensões do humor e das relações intrapessoais.

 

Palavras-chave: Desenvolvimento; Impacto; Parental; Práticas Positivas; Pré-adolescentes; Socioeconômicas

 

INTRODUCCIÓN

 

La práctica parental se refiere a los comportamientos y actitudes que los padres utilizan al enseñar y cuidar a sus hijos. En opinión de Gallego et al., (2022), estos comportamientos se aprenden a través de la experiencia y pueden verse influenciados por la educación previa de los padres, así como por la cultura y el contexto social en el que viven. Influyen directamente en el comportamiento de los niños. Según Capano y Ubach (2013), las investigaciones han demostrado que los estilos de poder promueven el comportamiento de las personas, mientras que los estilos negligentes o autoritativos pueden contribuir a un comportamiento agresivo o problemático. El vínculo entre la calidad de la relación emocional entre padres e hijos y los comportamientos externos (como la agresión y el incumplimiento de las reglas) es bien conocido, y comportamientos como el retraimiento del amor son perjudiciales.

 

Es importante mencionar que, las prácticas de los padres influyen directamente en el comportamiento de sus hijos. Las investigaciones han demostrado que un estilo autoritario promueve un comportamiento prosocial, mientras que los estilos negligentes o autoritarios pueden contribuir a un comportamiento agresivo o problemático. Es destacable la relación entre la calidad del vínculo afectivo entre sacerdotes y niños y las conductas externalizantes (como la agresión y el incumplimiento de las reglas), siendo prácticas como la retirada del afecto particularmente nociva y necesaria para el sano desarrollo de los niños. Los padres deben ser conscientes del impacto que tiene el estilo de vida de sus hijos en su comportamiento y bienestar emocional. Fomentar un ambiente familiar positivo que combine afecto con límites claros puede ayudar a desarrollar personas responsables y socialmente competentes.

 

En este mismo orden de ideas, las prácticas parentales son positivas según El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) (2024), cuando es importante fomentar la comunicación abierta con los niños. Los padres deben escuchar atentamente las inquietudes y sentimientos de sus hijos, lo que fortalece los vínculos afectivos y ayuda a desarrollar buenas habilidades comunicativas. Este también es el caso cuando es necesario establecer normas claras y coherentes para garantizar la protección de los niños. Estas reglas deben explicarse en términos claros para que los niños comprendan su propósito y cuándo los sacerdotes sirven como modelos a seguir. Para demostrar compasión, respeto y resolución constructiva de problemas, los pastores enseñan a sus hijos buenas cualidades.

 

En términos generales, las madres según Sánchez et al. (2019), implementan prácticas parentales positivas de manera más significativa que los padres, aunque tanto madres como padres tienden a recompensar a sus hijos con una frecuencia similar, las madres muestran un mayor nivel de elogio cuando los niños se comportan de acuerdo con sus criterios y principios, y también demuestran un mayor afecto hacia sus hijos en situaciones de vulnerabilidad. No obstante, la crianza positiva ha experimentado una notable evolución en las últimas décadas al integrar nuevas técnicas y enfoques que promueven el bienestar emocional y el desarrollo saludable de los niños y preadolescentes (Cupajita et al., 2020).

 

Por tanto, unos buenos padres tienen un enorme impacto en el desarrollo emocional, social e intelectual de los niños. Proporciona un entorno en el que puedes explorar libremente tus sentimientos, desarrollar una autoestima positiva y aprender importantes habilidades sociales. Además, promueve relaciones familiares sólidas que contribuyen al bienestar general del niño.

 

De hecho, decidir cómo criar a sus hijos es un desafío al que se enfrentan todos los padres. Ya sea que criemos a nuestros hijos solos o en pareja, todos queremos hacer lo mejor para nuestros hijos y eso puede generar mucha ansiedad a la hora de elegir el estilo de crianza a seguir. Los estilos de crianza varían de persona a persona, pero los investigadores han identificado algunas categorías principales a lo largo de los años. En la década de 1960, la psicóloga Diana Baumrind identificó tres estilos principales de crianza: autoritario, autoritativo y permisivo. Un cuarto estilo, negligente, fue añadido más tarde en la década de 1980 por los investigadores de Stanford Eleanor Maccoby y John Martin. Más tarde, Baumrind escribió un libro completo sobre el estilo de crianza autoritario, que ella creía que era el más beneficioso, pero las cuatro categorías siguen vigentes en la actualidad. A continuación, se muestran los diferentes estilos de crianza.

 

En la sociedad actual, las prácticas parentales, prácticas de crianza, estrategias de socialización o estilos educativos, desempeñan un papel vital en la formación del entorno psicológico en el que los niños se desenvuelven a lo largo de su desarrollo; estas prácticas no solo moldean las diferentes etapas de crecimiento, sino que también transmiten un conjunto de valores y normas fundamentales que facilitan la integración del niño en la sociedad (Juárez y Luzuriaga, 2019).

 

A nivel psicológico, Trujillo et al. (2022), mencionan que el estilo de crianza puede influir tanto positiva como negativamente en el desarrollo de habilidades de afrontamiento ante diversas situaciones que enfrenten los preadolescentes. La crianza positiva implica satisfacer las necesidades de los niños, dado que es, un proceso que comienza desde el primer año de vida y progresa gradualmente.

 

Según estudios previos de Lanjekar et al. (2022), este proceso debe ajustarse a las normas culturales de la sociedad y enfocarse en el desarrollo cognitivo del niño durante sus primeras etapas de crecimiento. Se recomienda proporcionar un ambiente positivo en las diversas situaciones familiares, esto ayudará a fomentar la confianza en los niños y que puedan enfrentar cualquier desafío.

Por el contrario, en la investigación de Puetate y Vásquez (2022), se identificaron diferencias significativas en el tipo de estilo de crianza entre padres de familia de preadolescentes. Para ello, estos autores realizaron un trabajo investigativo en la ciudad de Ambato, en donde hicieron uso de la escala ESPA-29. Los resultados muestran que el 5,7% se identifica con el estilo negligente, mientras que el 37,9% y el 42,5% se ajustan a un estilo indulgente y al autoritario respectivamente, se evidenció que, en Ecuador, el regaño prevalece como método disciplinario principal.

 

Según Espinoza et al. (2020), dentro de las prácticas parentales es fundamental el apoyo parental, el cual se define como aquel comportamiento materno y paterno que provee a los hijos de un sentido de aceptación, valía personal y consideración de sus necesidades, dando como resultado una relación positiva con el bienestar de los hijos. Por otro lado, Kyriazos y Stalikas (2022), argumentan que las actitudes de los padres hacia sus hijos influyen en su crecimiento; es decir, que una práctica parental positiva contribuye a la forma de expresar sus emociones, creencias y acciones, lo que genera que el preadolescente abandone por completo tendencias negativas.

 

Ahora bien, cabe resaltar la teoría de la inteligencia emocional de Daniel Goleman, la cual enfatiza que el reconocimiento de las emociones no se limita únicamente a las propias, sino que también abarca la identificación de las emociones en los demás. García-Ancira (2020) explica que, al desarrollar la capacidad de reconocer las emociones, una persona puede actuar de manera positiva, proactiva y asertiva, mejorando así sus relaciones interpersonales, la teoría de Goleman sugiere que la inteligencia emocional incluye habilidades como la autoconciencia, la autorregulación y las habilidades sociales, todas cruciales para el éxito personal y profesional.

 

Por otra parte, es relevante destacar la teoría del apego de Bowlby, la cual se enfoca en las relaciones afectivas tempranas que desarrolla el niño con sus cuidadores, comúnmente los padres, los infantes que experimentan algún tipo de conflicto y han recibido el apoyo de sus padres para enfrentarlos, tanto a nivel emocional como físico desarrollan un apego seguro (Delgado, 2004; Mónaco et al., 2021).

 

Cabe mencionar que, los niños que saben afrontar sus emociones suelen demostrar mayor competencia social, menor susceptibilidad a problemas psicológicos y un mejor desempeño escolar, tanto social como académicamente, además, en las últimas décadas, la importancia de evaluar el conocimiento emocional de los niños ha aumentado considerablemente en los campos de la psiquiatría, la psicología evolutiva y la educación (Voltmer y Von, 2022).

 

Es importante agregar en esta investigación que, el desarrollo de habilidades socioemocionales revela un patrón diferencial por grado, Terrones y Rodríguez (2022), señalan un cambio en el desarrollo de competencias emocionales y de autoconocimiento en los niños a medida que progresan en la educación primaria, este desarrollo varía significativamente, influyendo en su bienestar emocional y adaptación social. En cambio, en el ámbito de las interacciones sociales, se observa que los niños a menudo manifiestan timidez en presencia de sus compañeros, lo cual puede reflejar desafíos emocionales y académicos subyacentes (Mera y Briones, 2021).

 

Por otra parte, conforme va creciendo el menor, se evidencia un incremento en la autoestima, lo que contribuye significativamente a que se sientan mejor consigo mismos y se valoren más (Morales y Díaz, 2021). En contraste, cuando se encuentran en el proceso de niñez y adolescencia, su autoestima dependerá de la calidad de vida brindada por los padres y el auto cuidado que se brinde, esto reflejará un desarrollo en su identidad emocional (Rodríguez et al., 2021).

 

De este modo, el estado de ánimo, el cual se refiere a la capacidad para reconocer, entender y regular las emociones de manera efectiva, muestra que durante la etapa de la niñez se desarrollan estrategias adaptativas que favorecen el manejo emocional, y contribuyen a su bienestar (Vergara y Blancas, 2021). Mientras que, en la etapa de la preadolescencia se identifica una mayor valoración y validación de sus estados emocionales, lo cual puede fortalecer su resiliencia y capacidad para enfrentar desafíos (Jurado et al., 2022).

 

Por su parte, González y Molero (2022) revelan que, las mujeres tienen la capacidad de contribuir con las habilidades sociales y el sentido creativo del niño, esto se debe a que la mujer tiene la habilidad de fomentar el bienestar común y mantener buenas relaciones. Por el contrario, Tobar y Mejía (2023), explican que según el sexo se puede reaccionar a diferentes situaciones y que en el hombre se presenta menos rasgos de frustración o preocupación, creando una relación más segura para el menor.

 

Adicionalmente, Lazo et al. (2022), sostienen que la conexión emocional, es crucial para promover un estilo de apego seguro, ya que ayuda a enfrentar numerosos desafíos entre padres e hijos a medida que los niños crecen, no obstante, es posible que surja un distanciamiento tanto físico como emocional debido a factores como cambios en las dinámicas familiares, la influencia de amigos o actividades extracurriculares intensas.

 

En este mismo orden, Lara y Quintana (2022), argumentan que las habilidades educativas empleadas por los progenitores incluyen la organización de experiencias, el desarrollo de la autonomía progresiva, la mediación del aprendizaje disciplinado y la facilitación de la socialización, estas competencias subrayan la capacidad de los padres para guiar y modelar comportamientos que promuevan el desarrollo integral de sus hijos. También, Pacurucu et al. (2023), señalan que las habilidades reflexivas, que se refieren a la capacidad de los progenitores para priorizar aspectos de formación en la adaptación de sus hijos, suelen tener una alta puntuación, esta teoría indica que los padres tienden a enfocarse en preparar a sus hijos para enfrentar las presiones y realidades del entorno.

 

Ahora bien, en el ámbito laboral se encontró una relación entre el estrés laboral y la percepción de competencias parentales, observando que los padres que experimentan mayor tensión en el trabajo tienden a sentirse menos competentes en su rol parental en el hogar, esto puede llevar a una reducción en la calidad y la cantidad de tiempo que los padres dedican a sus responsabilidades, exacerbado por el cansancio derivado de sus compromisos laborales (Rochabrun et al., 2021).

 

En consonancia, la investigación de Vasiou et al. (2023), explican sobre la salud mental de los adolescentes, y como la fomentación de un estilo de crianza positivo, puede reducir los casos de depresión, ansiedad y otros comportamientos depresivos. Si bien existen evidencias sobre la influencia positiva de las prácticas parentales en el desarrollo emocional de preadolescentes, es crucial profundizar en esta relación.

Básicamente, con base en las investigaciones realizadas se debe concluir que las malas prácticas parentales pueden tener graves consecuencias para el desarrollo social de los niños en edad preescolar. Este periodo, que va de los 9 a los 12 años, es muy importante para el desarrollo de emociones y relaciones sociales que influirán en su vida futura. Esto incluye la falta de buenos modelos de regulación emocional, lo que puede provocar dificultades para gestionar las emociones en los años preescolares. Esto conduce a respuestas inadecuadas a situaciones cotidianas, como sobrecarga emocional o intolerancia al estrés, y la falta de atención y apoyo adecuados puede conducir a conductas peligrosas, como el abuso de drogas o la comisión de delitos fuera del hogar.

 

Entonces, el problema que existe es que, las prácticas parentales no positivas pueden afectar profundamente el desarrollo socioemocional de los preadolescentes. Es fundamental que los padres proporcionen un entorno seguro y afectuoso, donde se fomente la comunicación abierta y el apoyo emocional, para asegurar un desarrollo saludable durante esta etapa crítica. Visto de esta forma el articulo tiene como objetivo analizar el impacto de las prácticas parentales positivas en el desarrollo socioemocional de preadolescentes en la Unidad Educativa Ciudad de Machala.

 

MÉTODO

 

El tipo de investigación al cual se orienta este estudio es analítico, con un enfoque cuantitativo y paradigma positivista; se empleó un diseño no experimental de corte transversal, este diseño examina las relaciones entre las competencias emocionales en preadolescentes (medidas por el Test Conociendo Mis Emociones) y las competencias parentales de sus cuidadores (evaluadas por la Escala de Parentalidad Positiva), sin manipulación de variables y recolectando los datos en un momento temporal.

 

El muestreo fue no probabilístico por conveniencia. Los criterios de inclusión para los preadolescentes fueron: (a) tener entre 8 y 13 años, (b) estar cursando entre quinto y séptimo grado de educación básica, y (c) contar con el consentimiento informado de los padres o tutores legales. Para los padres, los criterios de inclusión fueron: (a) ser el cuidador principal del preadolescente participante, y (b) aceptar voluntariamente participar en el estudio. La muestra estuvo conformada por 310 preadolescentes (50% mujeres) con edades entre 8 y 13 años (M = 10.02, DE = 0.947) que cursaban quinto (28.4%), sexto (31.3%) y séptimo grado (40.3%) de educación básica en la Unidad Educativa Ciudad de Machala. Adicionalmente, participaron 24 padres de familia (91.7% mujeres) con edades entre 27 y 57 años (M = 37.17, DE = 8.791). El 58.3% de los padres estaba empleado al momento del estudio. El nivel socioeconómico de las familias se clasificó como medio (50%), bajo (45.8%) y alto (4.2%).

 

El instrumento para la recolección de la información fue mediante el Test Conociendo Mis Emociones (TCME), el cual fue diseñado para evaluar las competencias emocionales en preadolescentes, consta de 40 ítems, distribuidos en 5 áreas: relaciones interpersonales (8 ítems), relación intrapersonal (8 ítems), adaptabilidad (8 ítems), estado de ánimo I (8 ítems) y estado de ánimo II (8 ítems), con una escala de respuesta Likert de 5 puntos (1= nunca, 5= siempre). La consistencia interna global del TCME es α = .86, con valores específicos para cada área entre α = .75 y α = .81. La interpretación de las puntuaciones directas se fundamenta en los percentiles proporcionados por el mismo instrumento, diferenciando tres categorías: bajo, promedio y alto.

 

Visto de esta forma, la Escala utilizada para medir los resultados fue la de Parentalidad Positiva (E2P), diseñada para evaluar las competencias parentales en adultos responsables de la crianza de niños y niñas, con 54 ítems, distribuidos en 4 áreas: competencias vinculares (14 ítems), competencias formativas (12 ítems), competencias protectoras (17 ítems) y competencias reflexivas (11 ítems), con una escala de respuesta Likert de 4 puntos (1= casi nunca, 4= siempre). La consistencia interna global de la E2P es α = .95, con valores específicos para cada área entre α = .82 y α = .90. La interpretación de las puntuaciones directas se fundamenta en los percentiles proporcionados por el mismo instrumento, diferenciando tres zonas: zona de riesgo, zona de monitoreo y zona óptima.

 

Debe señalarse que, el procedimiento se realizó en la Unidad Educativa "Ciudad de Machala" fue seleccionada como sitio de estudio basándose en criterios de accesibilidad y en el marco de colaboración existente entre la Universidad Técnica de Machala y dicha institución. Se obtuvo la autorización del Distrito de Educación de la Provincia de El Oro para llevar a cabo la investigación. Se emplearon dos instrumentos: el TCME para evaluar competencias emocionales en preadolescentes de 8 a 13 años, y la E2P para los padres o tutores.

 

La recolección de datos se realizó en dos sesiones con una semana de intervalo. En la primera, se administró el TCME a los preadolescentes (15 minutos aproximadamente) en el auditorio escolar. En la segunda, se aplicó la E2P a los padres (20 minutos aproximadamente). Los análisis estadísticos se realizaron utilizando SPSS versión 26 y R versión 4.3.2.

 

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

 

En este apartado se presentan los resultados obtenidos luego de la recolección de información, en consideración al objetivo del estudio. Se inicia con la tabla 1, a continuación:

 

Tabla 1. Diferencias en las Dimensiones del TCME por grado escolar

Dimensiones

H

p

δ

Quinto

Sexto

Séptimo

Relaciones interpersonales

1.600

165.67

152.23

150.88

.449

0.12

Relaciones intrapersonales

6.164

166.99

164.82

140.18

.046

0.21

Adaptabilidad

4.623

156.85

169.57

143.63

.099

0.20

Estado de ánimo 1

4.545

168.49

159.89

142.95

.103

0.20

Estado de ánimo 2

8.410

148.09

177.18

143.90

.015

0.26

Puntaje total del TCME

6.943

166.55

166.50

139.18

.031

0.22

 

En la tabla 1, se visualiza el análisis de correlación de Spearman segmentado por sexo para examinar la relación entre las dimensiones y el puntaje total del TCME (N = 310, 50% mujeres). Los resultados revelaron correlaciones significativas (p < .01) entre todas las dimensiones y el puntaje total del TCME para ambos sexos.

 

En ambos grupos, las correlaciones más fuertes se observaron entre el puntaje total del TCME y las dimensiones de estado de ánimo 1 (hombres: rho = .775; mujeres: rho = .839) y relaciones intrapersonales (hombres: rho = .728; mujeres: rho = .789). Entre las dimensiones, la correlación más fuerte fue entre estado de ánimo 1 y relaciones intrapersonales (hombres: rho = .534; mujeres: rho = .588). Se identificaron algunas diferencias entre sexos en la fuerza de las correlaciones. Por ejemplo, la asociación entre relaciones interpersonales e intrapersonales fue más fuerte en mujeres (rho = .412) que en hombres (rho = .314), mientras que la correlación entre adaptabilidad y estado de ánimo 2 fue más pronunciada en hombres (rho = .426) que en mujeres (rho = .303). A continuación, tabla 2:

 

Tabla 2. Correlaciones de Spearman entre dimensiones y puntaje total del TCME por sexo.

Dimensiones

1

2

3

4

5

6

1. Relaciones interpersonales

-

.412**

.290**

.465**

.283**

.661**

2. Relaciones intrapersonales

.314**

-

.402**

.588**

.380**

.789**

3. Adaptabilidad

.215**

.338**

-

.450**

.303**

.653**

4. Estado de ánimo 1

.413**

.534**

.356**

-

.478**

.839**

5. Estado de ánimo 2

.303**

.285**

.426**

.365**

-

.627**

6. Puntaje total del TCME

.654**

.728**

.608**

.775**

.646**

-

Nota. ** p < .01 (bilateral). Correlaciones para mujeres sobre la diagonal, para hombres bajo la diagonal.

 

Según se muestra en la tabla 2, se tiene que, para examinar las diferencias en las dimensiones del Test Conociendo Mis Emociones (TCME) según el grado escolar, se aplicó la prueba H de Kruskal-Wallis considerando tres grupos: quinto (n = 88), sexto (n = 97) y séptimo de básica (n = 125). Se encontraron diferencias significativas en las dimensiones de relaciones intrapersonales (H (2) = 6.164, p = .046), estado de ánimo 2 (H (2) = 8.410, p = .015) y puntaje total del TCME (H (2) = 6.943, p = .031).

 

Los análisis post-hoc mediante la prueba de Dunn, con corrección de Benjamini-Hochberg para comparaciones múltiples, revelaron diferencias significativas en la dimensión de relaciones intrapersonales entre quinto y séptimo grado (p = .042), en estado de ánimo 2 entre sexto y séptimo grado (p = .012) y entre quinto y sexto grado (p = .018), y en el puntaje total del TCME entre quinto y séptimo grado (p = .036) y entre sexto y séptimo grado (p = .036). El cálculo del Delta de Cliff mostró tamaños del efecto pequeños a medianos en estas comparaciones, con valores que oscilan entre 0.12 y 0.26. No se encontraron diferencias significativas en las demás dimensiones (p > .05).

Nota. R̅ = rango promedio; δ = Delta de Cliff (valor absoluto máximo entre comparaciones).

 

Seguidamente, la tabla3:

 

Tabla 3. Distribución de competencias parentales por zonas y situación laboral.

Si trabaja / No trabaja

Zonas

P.V.

P.F.

P.P

P.R

P.T

Óptima

3/3

12/7

4/3

11/4

8/4

Monitoreo

4/2

1/2

4/4

2/1

3/3

Riesgo

7/5

1/1

4/3

1/5

3/3

 

Así mismo, en la Tabla 3 muestra la distribución de competencias parentales por zonas y situación laboral (N=24). La dimensión vincular presenta mayor frecuencia en zona de riesgo (n=12), sin diferencias notables por situación laboral (7 trabajan, 5 no trabajan). La dimensión formativa se concentra en zona óptima (n=19), predominando en padres que trabajan (n=12 vs n=7). La dimensión protectora muestra distribución relativamente equilibrada entre las tres zonas. La dimensión reflexiva revela disparidad: 11 padres trabajadores en zona óptima, mientras 5 no trabajadores en zona de riesgo. El puntaje total indica mejores competencias en padres trabajadores (8 en zona óptima vs 4 no trabajadores). Los resultados sugieren asociación entre situación laboral y competencias parentales, especialmente en dimensiones formativa y reflexiva.

 

Nota. P.V = Puntaje dimensión vincular / P.F = Puntaje dimensión formativa / P.P = Puntaje dimensión protectora/ P.R = Puntaje dimensión reflexivas / P.T = Puntaje Total

 

Discusión

 

Las habilidades parentales han facilitado un compromiso directo de los padres en los aspectos académicos, personales, emocionales y sociales de sus hijos, desempeñando un papel fundamental en su desarrollo integral. Este enfoque ha resultado en beneficios significativos tanto para los padres como para los hijos, promoviendo una comunicación óptima, mejorando la autoestima de los últimos, y fortaleciendo las actitudes positivas hacia la crianza por parte de los padres(Cupajita et al., 2020; Terrones y Rodríguez, 2022).

 

En estos resultados de análisis de correlación se evidencia que, el sexo femenino resalta en las relaciones interpersonales e intrapersonales en comparación con los hombres; en contraste, en hombres se muestra mayor destreza en la adaptabilidad y manejo de las emociones. Concordando con los hallazgos de Salavera y Usán (2021), que explican que la correlación entre la exploración personal podría ser menos significativa en hombres, posiblemente debido a su resistencia a peticiones o actividades, en comparación, las mujeres podrían mostrar una correlación más fuerte, gracias a sus habilidades sociales y formas de expresarse, facilitando una actitud positiva.

 

Si bien se observaron diferencias significativas por sexo, los resultados revelaron variaciones según el grado escolar, en las áreas de relaciones intrapersonales y control de emociones, lo que sugiere un desarrollo progresivo en el autoconocimiento y la regulación emocional. Estas divergencias se explican, por un cambio en el desarrollo de competencias emocionales y de autoconocimiento en los niños a medida que progresan en la educación primaria, este desarrollo varía significativamente, influyendo en su bienestar emocional y adaptación social (Terrones y Rodríguez, 2022).

 

De acuerdo con el estudio de Flores et al. (2023), se mostró que las competencias de formación y de relaciones saludables, comúnmente son las mejores puntuadas en la muestra, mientras que las competencias de protección y autoconciencia recibieron puntajes más bajos. Nuestros resultados al comparar la distribución de competencias parentales y zona laborales se observó que la dimensión formativa y reflexiva son las que tiene mayor consistencia. En contraste, la dimensión vincular, no presenta diferencias significativas en relación con la situación laboral, lo que sugiere que esta dimensión no está tan influenciada por el empleo de los padres.

 

Esto se explica, en un estudio de Rochabrun et al. (2021), donde los padres que experimentan mayor tensión en el trabajo tienden a sentirse menos competentes en su rol parental en el hogar, esto puede llevar a una reducción en la calidad y la cantidad de tiempo que los padres dedican a sus responsabilidades parentales. 

CONCLUSIONES

 

Los resultados indican que tanto hombres como mujeres presentan correlaciones significativas entre el puntaje total del TCME y las dimensiones de estado de ánimo y relaciones intrapersonales. Esto sugiere que el estado emocional juega un papel crucial en la calidad de las relaciones personales, siendo un indicador importante para ambos sexos.

 

Se observaron diferencias notables en la fuerza de las correlaciones entre hombres y mujeres. Las mujeres mostraron una correlación más fuerte entre relaciones intrapersonales y estado de ánimo, lo que podría indicar una mayor sensibilidad emocional o una tendencia a valorar más las conexiones interpersonales. Por otro lado, los hombres presentaron una correlación más pronunciada entre adaptabilidad y estado de ánimo 2, sugiriendo que su capacidad para adaptarse a situaciones podría estar más relacionada con su bienestar emocional.

 

Estos hallazgos sugieren que es esencial considerar las diferencias de género al diseñar programas de intervención dirigidos a mejorar el bienestar emocional y las habilidades interpersonales. Las estrategias podrían ser más efectivas si se adaptan a las necesidades específicas de cada sexo, teniendo en cuenta sus diferentes patrones de correlación.

 

Así mismo, los análisis post-hoc revelaron diferencias significativas en varias dimensiones del TCME entre los grados analizados. En particular, se observaron diferencias en las relaciones intrapersonales entre quinto y séptimo grado, así como en el estado de ánimo 2 entre sexto y séptimo grado y entre quinto y sexto grado. Estas diferencias sugieren que a medida que los estudiantes avanzan en su educación, sus habilidades en estas dimensiones evolucionan.

 

En esta perspectiva, las diferencias significativas en el puntaje total del TCME entre los grados quinto y séptimo, así como entre sexto y séptimo, indican que el desarrollo emocional y social de los estudiantes puede ser influenciado por su progresión académica. Esto sugiere que la transición entre grados puede ser un período crítico para el desarrollo de habilidades socioemocionales.

Entonces, los hallazgos subrayan la importancia de implementar programas de intervención y apoyo socioemocional dirigidos a estudiantes durante las transiciones entre grados, especialmente al pasar de quinto a séptimo grado. Estas intervenciones podrían enfocarse en fortalecer las relaciones intrapersonales y mejorar el estado de ánimo, contribuyendo así al bienestar general de los estudiantes durante estos períodos críticos de cambio.

 

También, los resultados indican que la dimensión vincular tiene una mayor frecuencia en la zona de riesgo, lo que sugiere que los padres en situaciones más desafiantes pueden estar más enfocados en establecer vínculos con sus hijos. Sin embargo, no se encontraron diferencias significativas en esta dimensión según la situación laboral, lo que sugiere que el contexto de riesgo puede ser un factor más influyente que la ocupación laboral en este aspecto.

 

Y la dimensión formativa se concentra notablemente en la zona óptima, con una mayor representación entre los padres que trabajan. Esto sugiere que los padres empleados pueden tener acceso a recursos o experiencias que les permiten desarrollar competencias formativas más efectivas, lo cual es crucial para el desarrollo integral de sus hijos.

 

CONFLICTO DE INTERESES

 

Los autores declaran que no existe conflicto de intereses para la publicación del presente artículo científico.

 

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