REPSI - Revista Ecuatoriana de Psicología
https://repsi.org
Volumen 7, Número 19,
septiembre-diciembre 2024
ISSN:
2661-670X
ISSN-L:
2661-670X
pp.
615 - 627
Acoso callejero hacia estudiantes
universitarios: Prevalencia, manifestaciones y cambios conductuales
Street Harassment of University
Students: Prevalence, Manifestations, and Behavioral Changes
Assédio de rua contra estudantes universitários: Prevalência,
manifestações e mudanças comportamentais
Andrea Liliana
Beltran Macias
lilianabeltranmacias@gmail.com
https://orcid.org/0009-0003-2665-570X
Melany Dayanara
Iñiguez Hernández
melanyiniguez31@gmail.com
https://orcid.org/0009-0006-1507-598X
Carlos Patricio
Carpio Mosquera
carloscarpiom@gmail.com
https://orcid.org/0000-0001-6335-1922
Marco Adrían
Criollo Armijos
macriollo@utmachala.edu.ec
https://orcid.org/0000-0001-9200-2203
Universidad Técnica de Machala. Machala, Ecuador
Artículo recibido 2 de agosto 2024 | Aceptado 21 de agosto 2024 |
Publicado 9 de septiembre 2024
Escanea en tu dispositivo móvil o revisa este artículo en:
https://doi.org/10.33996/repsi.v7i19.146
RESUMEN
El acoso
callejero es un problema social recurrente, en especial para las mujeres,
específicamente estudiantes universitarias. Este estudio tiene como objetivo
analizar la prevalencia, manifestaciones y cambios conductuales al acoso
callejero en estudiantes universitarios ecuatorianos. Se empleó un diseño de
método mixto con 198 participantes (77.8% mujeres). Los resultados revelaron
una asociación significativa entre género y experiencia de acoso (p<0.001),
con mayor incidencia en mujeres (98.7%). El acoso verbal fue la forma
predominante (87.37%), ocurriendo principalmente en calles y transporte
público. Las mujeres reportaron más miedo y cambios conductuales como modificar
vestimenta y rutas. En contraste, los hombres experimentaron incomodidad sin
cambios significativos en su comportamiento. Se concluye que el acoso callejero
es un problema persistente con un impacto diferencial según el género. Se
enfatiza la necesidad de programas preventivos focalizados y políticas
institucionales para mitigar sus efectos en la libertad y bienestar de los
estudiantes.
Palabras
clave: Acoso; Conductas; Género; Universitarias; Violencia
ABSTRACT
Street harassment is a recurrent social problem, especially for women,
specifically university students. The aim of this study was to analyze the
prevalence, manifestations and behavioral changes to street harassment in
Ecuadorian university students. A mixed method design was used with 198
participants (77.8% women). The results revealed a significant association
between gender and experience of harassment (p<0.001), with a higher
incidence in women (98.7%). Verbal harassment was the predominant form
(87.37%), occurring mainly in streets and public transportation. Women reported
more fear and behavioral changes such as modifying clothing and routes. In
contrast, men experienced discomfort without significant changes in their
behavior. It is concluded that street harassment is a persistent problem with a
differential impact according to gender. The need for targeted preventive
programs and institutional policies to mitigate its effects on the freedom and
well-being of students is emphasized.
Key words:
Arassment; Behaviors; Gender; University students; Violence
O assédio de rua é um problema social recorrente, especialmente para as
mulheres, especificamente estudantes universitárias. Este estudo tem como
objetivo analisar a prevalência, as manifestações e as mudanças de
comportamento face ao assédio de rua em estudantes universitários equatorianos.
Foi utilizado um projeto de método misto com 198 participantes (77,8% do sexo
feminino). Os resultados revelaram uma associação significativa entre género e
experiência de assédio (p<0,001), com uma maior incidência no sexo feminino
(98,7%). O assédio verbal foi a forma predominante (87,37%), ocorrendo
principalmente nas ruas e nos transportes públicos. As mulheres relataram mais
medo e mudanças de comportamento, como alteração de roupas e trajetos. Em
contrapartida, os homens sentiram desconforto sem alterações significativas no
seu comportamento. Conclui-se que o assédio na rua é um problema persistente
com um impacto diferenciado consoante o género. O estudo sublinha a necessidade
de programas de prevenção e de políticas institucionais específicas para
atenuar os seus efeitos na liberdade e no bem-estar dos estudantes.
Palavras-chave: Assédio; Comportamentos;
Gênero; Estudantes universitários; Violência
INTRODUCCIÓN
En
la actualidad, el acoso callejero constituye un
problema social persistente que afecta predominantemente a las mujeres en
diversos ámbitos de su vida cotidiana, incluyendo a estudiantes universitarias.
Este fenómeno genera consecuencias significativas a nivel físico, psicológico y
conductual, manifestándose en alteraciones de las rutinas diarias, hábitos de
desplazamiento, elección de vestimenta y medidas de seguridad (Almanza et al.,
2022).
El
acoso sexual callejero se refiere a conductas, gestos y expresiones de índole
sexual y misógina, no consentidas y frecuentes, que son realizadas por hombres
desconocidos hacia las mujeres en espacios públicos. Estas acciones tienen como
consecuencia despojar a las mujeres de su condición de sujetos de derechos,
tratándolas como objetos sexuales mediante la humillación, el temor y la
intimidación (Bowman, 1993).
Complementando
lo anterior, en Ecuador, un estudio del Instituto Nacional de Estadística y
Censo [INEC], evidencia que el 65 de cada 100 mujeres han enfrentado alguna
forma de violencia en algún momento de sus vidas, entre las diversas formas de
maltrato mencionadas, la violencia psicológica se ubica en el segundo puesto de
incidencia (Moreira y Zambrano, 2021). Asimismo, el 80% de las mujeres
experimenta alguna forma de acoso sexual a lo largo de su vida (Gautam et al.,
2019). Además, una encuesta realizada con 1338 participantes, de las cuales
1169 eran mujeres mayores de 18 años, el 84,3% informó haber sufrido acoso
sexual (Quinones, 2020).
En
lo relativo a la teoría del aprendizaje social, se menciona que ante
experiencias negativas, las personas buscan modificar su conducta mediante tres
procesos interrelacionados: a) la autorregulación, implica monitorear y ajustar
el comportamiento mediante los valores personales; b) autorreflexión, conlleva
analizar pensamientos y sentimientos identificando causas de conductas
problemática c) autocontrol, involucra regular respuesta emocionales y acciones
futura; a través de la combinación de estos tres mecanismos de
auto-observación, auto-evaluación y autocorrección facilitando cambios
positivos y una adaptación efectiva tras eventos adversos (Bandura, 1977).
Al
respecto, se evidencia una relación entre la identidad de género y la
experiencia de acoso callejero, siendo las mujeres las principales víctimas en
la etapa universitaria ya que enfrentan este fenómeno con mayor frecuencia que
los hombres (Rosenbaum et al., 2020). Esta diferencia se debe a las normas y
expectativas sociales que perpetúan la desigualdad de género, así, el acoso
callejero refuerza las desigualdades de género y tiene un impacto significativo
en la vida cotidiana de estas mujeres (Tiznado-Aitken et al., 2024).
Aunque
históricamente, el acoso callejero ha sido un fenómeno constante, el acelerado
aumento de la población y la mayor presencia de mujeres en espacios públicos
han incrementado este problema, afectando particularmente a la población joven
universitaria (Vera-Gray y Kelly, 2020). De hecho, los estudiantes
universitarios son unos de los grupos que mayor riesgo de experimentar acoso
callejero, debido a su frecuencia tránsito por espacios públicos para
satisfacer necesidades básicas como educativa, social y laboral (Ferrer-Perez
et al., 2021).
A
pesar de los avances logrados por los movimientos feministas y las numerosas
campañas para erradicar el acoso callejero, este fenómeno continúa siendo un
desafío significativo en nuestra sociedad. La causa principal es la desigualdad
de género, dado que el acoso callejero se dirige principal a mujeres y niñas
(Chafai, 2021). A través de las diferentes épocas, la sociedad a ubicado a las
mujeres en un papel secundario y diferenciando el poder de los hombres, esta
desigualdad se encuentra arraigada en estructuras sociales y normas culturales
que perpetúan la conceptualización de que las mujeres son objeto de dominio y
control masculino (Wright et al., 2022). Esto se refuerza en la
conceptualización de la desigualdad de género como una construcción social
basada en normas implícitas que asignan roles diferenciados (Butler, 2017).
Estas dinámicas, a menudo normalizadas, actúan como formas sutiles de
violencia, manteniendo la situación desfavorable de las mujeres en la sociedad
y agrandando las diferencias de género existentes (Fernández, 1992).
Asimismo,
los sistemas de poder contemporáneos, se entienden como estructuras que
perpetúan las desigualdades de género, interrelacionadas con otras formas de
opresión como el racismo, el clasismo, entre otras. Estas generan una
vigilancia constante que erosiona la privacidad individual y fomenta la
autorregulación de conductas, este fenómeno produce una normalización de
comportamientos alineados con intereses dominantes, limitando la diversidad y
la autonomía personal (Deleuze, 2017). De la misma forma, estas dinámicas
intensifican las desigualdades sociales al reforzar estructuras de poder
existentes, tales como el patriarcado, todo esto mediante normas sociales,
medios de comunicación y prácticas cotidianas que naturalizan la subordinación
femenina y de esta forma marginar a grupos vulnerables, la internalización de
estos mecanismos de control puede resultar en una pérdida de agencia individual
y colectiva (Foucault, 1976).
En
este contexto, el acoso callejero se manifiesta en diferentes formas verbales,
físicas, visuales o sexuales (Pilgaard et al., 2022) y se materializa en
diversos espacios públicos como: mercados, transportes colectivos, parques y
centros comerciales (Quiroz et al., 2023). Esta conducta invasiva, genera en
las víctimas una percepción de omnipresencia del acoso, acompañada de una
profunda sensación de vulnerabilidad (Shaber et al., 2023). Lo anteriormente
mencionado produce un amplio espectro de consecuencias en la salud física y
mental de las víctimas, desde trastornos de estrés postraumático hasta ansiedad
crónica (Cullen y Fileborn, 2023; DelGreco y Christensen, 2020). Las mujeres
jóvenes universitarias, debido a su frecuente presencia en espacios públicos,
son especialmente susceptibles (Escobar-Torres et al., 2019), impactándolas
emocionalmente y alterando significativamente sus patrones de comportamiento y
movilidad (Martínez et al., 2022).
Aunque
investigaciones anteriores han examinado el impacto del acoso sexual callejero,
hay una carencia de estudios que analicen los cambios conductuales considerando
el contexto universitario desde una perspectiva de género. Por lo tanto, el
objetivo de esta investigación consiste en analizar la
prevalencia, manifestaciones y cambios conductuales al acoso callejero en
estudiantes universitarios ecuatorianos, examinando las particularidades según
el género y los contextos de victimización.
MÉTODO
Se
implementó un diseño de campo, transversal de tipo correlacional con enfoque de
método mixto. Este enfoque se eligió para proporcionar una comprensión integral
del fenómeno del acoso callejero, combinando datos cuantitativos sobre su
prevalencia y asociaciones con descubrimientos cualitativos sobre las
experiencias de las participantes. La muestra, seleccionada mediante muestreo
no probabilístico por conveniencia. Consistió en 198 estudiantes universitarios
(77.8% mujeres, 22.2% hombres) de una institución pública ecuatoriana. Las
edades oscilaron entre 18 y 25 años (M = 20.93, DE = 1.831). Los participantes
cursaban del primer al noveno semestre, teniendo una mayor representación en el
quinto semestre (23.2%).
Se
desarrolló el Cuestionario de Experiencias de Acoso Callejero (CEAC) ad hoc
para este estudio. El CEAC incluyó: (a) datos sociodemográficos, (b)
experiencia de acoso callejero (dicotómica: Sí/No), (c) contextos de
victimización (lista de verificación de múltiples opciones: calle, transporte
público, parques, etc.), (d) respuestas emocionales (escala Likert de 5 puntos
para emociones como miedo, enojo, frustración), y (e) preguntas abiertas sobre
experiencias y respuestas adaptativas. La validez de contenido se estableció
mediante juicio de cinco expertos (V de Aiken > .80 para todos los ítems).
La
recolección de datos se realizó mediante una encuesta en línea utilizando la
plataforma Google Forms Los investigadores contactaron a las autoridades de la
universidad participante para obtener la autorización y difundir la invitación
a participar en el estudio a través de los correos electrónicos institucionales
de los estudiantes. La encuesta estuvo disponible durante dos semanas y se
envió un recordatorio a la mitad del período de recolección. Para asegurar la
integridad de los datos, se implementaron medidas dentro de la plataforma de
encuestas, como la opción de limitar a una respuesta por cuenta de correo
electrónico institucional para prevenir respuestas duplicadas.
El
análisis cuantitativo, realizado con el software SPSS versión 29, empleó
pruebas no paramétricas debido a la naturaleza categórica de las variables y la
violación de supuestos de normalidad (evaluados mediante pruebas de
Kolmogorov-Smirnov). Se utilizó la prueba de Chi-cuadrado o la prueba exacta de
Fisher (cuando >20% de celdas tenían frecuencias esperadas <5) para
examinar la asociación entre acoso callejero e identidad de género. La prueba U
de Mann-Whitney se usó para comparar edades entre géneros. Se calcularon el
coeficiente de contingencia, la V de Cramer (1946) y el Delta de (Cliff, 1993)
como medidas de asociación y tamaño del efecto, interpretando δ con puntos de
corte de 33, .47 y > .47 para efectos pequeños, moderados y grandes respectivamente.
El
análisis cualitativo, realizado con MAXQDA v2022, siguió los principios de la
teoría fundamentada (Glaser y Strauss, 1967). Se realizó codificación abierta y
axial por dos investigadores independientes en el 20% de los datos. Tras varias
rondas de refinamiento, se alcanzó un acuerdo inter-codificador satisfactorio
(κ de Cohen inicial = .72, final = .81). Se desarrollaron dos categorías principales: manifestaciones del acoso
callejero y respuestas adaptativas. Se emplearon análisis de frecuencia de
códigos, mapas de códigos y análisis de coocurrencia para profundizar en las
experiencias de acoso y estrategias de afrontamiento de los participantes.
El
estudio se adhirió a los principios éticos de la American Psychological
Association. Se obtuvo autorización informado digital de todos los
participantes al inicio de la encuesta en línea, garantizando anonimato y confidencialidad
en cumplimiento de la Ley Orgánica de Protección de Datos Personales vigente en
el país (Corte Constitucional del Ecuador, 2021).
RESULTADOS
Iniciamos
presentando la distribución de frecuencias observadas entre las variables
"Experiencia de acoso callejero" e "Identidad de género"
Tabla 1. Tanto la prueba de Chi-cuadrado (χ² = 35,138; p < 0,001) como la
prueba exacta de Fisher (p < 0,001) revelaron una asociación significativa
entre estas variables. Se utilizó la prueba exacta de Fisher debido a que el
25% de las casillas de la tabla de contingencia presentaron una frecuencia
esperada menor que 5, violando uno de los supuestos de la prueba de
Chi-cuadrado. Las participantes que se identificaron como femenino reportaron
una proporción significativamente mayor de experiencias de acoso callejero
(98,7%) en comparación con los participantes que se identificaron como
masculino (72,7%).
Tabla 1. Experiencia de acoso callejero según identidad de género
Identidad de género |
Experiencia de acoso callejero |
||
Sí |
No |
Total |
|
Femenino |
152 (98,7%) |
2 (1,3%) |
154 (100,0%) |
Masculino |
32 (72,7%) |
12 (27,3%) |
44 (100,0%) |
Total |
184 (92,9%) |
14 (7,1%) |
198 (100,0%) |
Nota. χ² = 35,138; p < 0,001
(prueba de Chi-cuadrado). p < 0,001 (prueba exacta de Fisher).
Para
evaluar la fuerza de la asociación entre las variables, se calcularon el
coeficiente de contingencia y la V de Cramer. El coeficiente de contingencia
obtenido fue de 0,388 (p < 0,001), lo que sugiere una asociación moderada
entre la identidad de género y la experiencia de acoso callejero. De manera
similar, la V de Cramer resultó en un valor de 0,421 (p < 0,001), también
indicando una asociación moderada entre las variables.
La
prueba U de Mann-Whitney se utilizó para comparar las diferencias en la edad
entre los participantes que se identificaron como femeninos y masculinos. Los
resultados revelaron una diferencia estadísticamente significativa en la edad
entre ambos grupos (U = 2582.50, Z = -2.44, p = .02). Específicamente, los
participantes masculinos reportaron una edad promedio mayor en comparación con
las participantes femeninas, ubicando a la población masculina en un rango de
edad superior. La Tabla 2, muestra los rangos promedios de edad para cada
grupo, evidenciando esta diferencia. Además, se calculó la δ para determinar el
tamaño del efecto, la cual fue de -.12, indicando un efecto pequeño en la
dirección de los participantes masculinos, según los puntos de corte propuestos
por Cliff (1993) de 33, .47 y > .47 para efectos pequeños, moderados y
grandes respectivamente.
Tabla 2. Diferencia entre identidad de género en la edad de los participantes
Identidad de género |
U |
Z |
R̅ |
p |
δ |
Femenino |
2582.50 |
-2.44 |
94.27 |
.02 |
-.12 |
Masculino |
117.81 |
Nota. Z =
Estadístico Z / R̅ = Rango promedio / δ = Delta de Cliff.
En
la Figura 1, se evidencia el análisis de los contextos de victimización por
acoso callejero entre géneros (n=154 mujeres, n=44 hombres). La calle es el
escenario principal (44,8% mujeres, 31,8% hombres), seguida por el transporte
público (27,9% mujeres, 15,9% hombres). Otros contextos como parques,
fiestas/discotecas y entornos educativos presentan tasas menores, pero aún
notables. El 27,3% de los hombres reportan no haber experimentado acoso en
ningún contexto, frente al 1,3% de las mujeres. Las respuestas emocionales
también difieren: el miedo predomina en las mujeres (20,1%), mientras que los
hombres reportan con mayor frecuencia incomodidad (27,3%). La frustración
(18,8%) y el enojo (13,6%) son significativos para las mujeres.
Figura 1. Contextos de victimización
por acoso callejero según género
El
análisis cualitativo implicó la codificación abierta y axial de las narraciones
de 198 participantes (154 mujeres, 44 hombres). La codificación in-vivo de
MAXQDA se empleó para la codificación abierta, identificando conceptos clave
directamente desde las palabras de los participantes. Posteriormente, la
función de codificación axial se utilizó para establecer relaciones entre estos
conceptos iniciales, agrupando códigos similares en categorías más amplias.
Este proceso iterativo, facilitado por la función de recuperación de códigos de
MAXQDA, condujo al desarrollo de dos categorías principales: manifestaciones
del acoso callejero y respuestas adaptativas al acoso.
Manifestaciones del acoso callejero
El
análisis de frecuencia de códigos en MAXQDA reveló tres formas predominantes de
acoso callejero, como se muestra en la Tabla 3.
Tabla 3.
Manifestaciones de acoso callejero (N = 198)
Manifestación |
Frecuencia |
Porcentaje |
Acoso verbal |
173 |
87.37% |
Agresiones auditivas y visuales |
121 |
61.11% |
Contacto físico no deseado |
67 |
33.84% |
Nota: Los porcentajes suman más del 100% debido a
que los participantes podían reportar múltiples formas de acoso
Estos datos indican que el acoso verbal es la forma
más común de acoso callejero, experimentada por aproximadamente 7 de cada 8
participantes (87.37%). Las agresiones auditivas y visuales también son
frecuentes, afectando a más de la mitad de la muestra. El contacto físico no
deseado, aunque menos común, sigue siendo una preocupación significativa,
afectando a un tercio de los participantes.
La herramienta de visualización de MAXQDA,
específicamente el mapa de códigos, ilustró la interrelación entre estas
manifestaciones. Se identificó una fuerte coocurrencia entre el acoso verbal y
las agresiones auditivas y visuales, como lo demuestra este testimonio:
“Mientras caminaba por la calle, un hombre comenzó a silbarme y hacerme
comentarios sobre mi cuerpo. Cuando lo ignoré, empezó a seguirme, haciendo gestos
obscenos” (Participante 28, mujer).
Respuestas adaptativas al acoso callejero
El análisis de subcódigos en MAXQDA identificó tres
respuestas adaptativas principales, como se presenta en la Tabla 4:
Tabla 4. Cambios conductuales en respuesta al acoso callejero (N = 198)
Cambio conductual |
Frecuencia |
Porcentaje |
Modificación de vestimenta |
59 |
29.80% |
Cambios en rutas, horarios o transporte |
24 |
12.12% |
Evitar salir |
23 |
11.62% |
Estos
datos revelan que casi un tercio de los participantes (29.80%) modifican su
vestimenta como respuesta al acoso, mientras que aproximadamente uno de cada
cuatro (23.74%) altera sus patrones de movimiento o limita sus actividades
sociales.
La
función de recuperación de texto de MAXQDA se utilizó para contextualizar estas
respuestas. Por ejemplo: “Cambié mi forma de vestir, evito ropa ajustada o
escotada. También dejo de salir sola por la noche y cambio mis rutas para
evitar ciertas áreas” (Participante 22, mujer). Este testimonio ilustra cómo
las víctimas a menudo emplean múltiples estrategias adaptativas
simultáneamente, modificando tanto su apariencia como su comportamiento en
respuesta al acoso.
La
función de análisis de coocurrencia de MAXQDA reveló una asociación frecuente
entre experiencias de acoso verbal y la modificación de la vestimenta como
respuesta adaptativa. Esto sugiere que las formas más comunes de acoso pueden
tener un impacto significativo en el comportamiento y la autonomía de las
víctimas.
Discusión
El
acoso callejero se manifiesta como un desafío social constante, con un impacto
desproporcionado en la población femenina, particularmente a las estudiantes
universitarias. Los hallazgos de esta investigación revelan patrones
preocupantes en la prevalencia, manifestaciones y respuestas adaptativas frente
al acoso callejero entre la comunidad estudiantil universitaria en Ecuador, con
diferencias significativas basadas al género. Las mujeres reportaron haber
experimentado acoso con una frecuencia mayor que los hombres. Esta diferencia
corrobora investigaciones previas que identifica a las mujeres como principales
víctimas de acoso callejero (Tiznado-Aitken et al., 2024; (Quinones, 2020).
La
asociación significativa entre género y experiencia de acoso, respaldada por análisis
estadísticos, sugiere una relación moderada pero relevante. Estos hallazgos
refuerzan la noción de que el acoso callejero presenta una forma de desigualdad
estructural de género, reproducidas por normas culturales predominantes
(Rosenbaum et al., 2020). La incidencia del acoso callejero muestra una
correlación inversa con la edad de las mujeres, estos incidentes alcanzan su
punto máximo durante la adolescencia temprana, para luego disminuir
gradualmente hacia la edad adulta (Hernández, 2021).Este patrón sugiere una
vulnerabilidad acentuada en etapas tempranas del desarrollo, planteando
interrogantes sobre los factores socioculturales que influyen en esta dinámica
temporal del acoso (Diema y Mavis, 2023).
La
investigación sobre los contextos de victimización revela patrones distintivos,
identificando las calles como principal de acoso, seguido por transporte
público. Esta variación entre géneros sugiere una exposición de las mujeres a
situaciones de riesgo en diversos entornos, indicando una vulnerabilidad
acentuada. Estos resultados concuerdan con estudios previos que identifica los
espacios públicos como focos críticos de acoso callejero (Ferrer-Perez et al.,
2021; Vera-Gray y Kelly, 2020), reflejando las desigualdades de género en el
uso del espacio público (Tiznado et al., 2024). En cuanto al hostigamiento en
espacios públicos, las mujeres son desproporcionadamente afectadas, aunque
también se registran incidentes que involucran a hombres (Hardt et al., 2023).
Esta tendencia ilustra como la intersección de género y edad moldea la
experiencia de acoso en su entorno (Núñez et al., 2023).
El
análisis cualitativo identifico tres modalidades predominantes de acoso:
verbal, agresiones auditivas y visuales, y contacto físico no deseado. El acoso
verbal resulto ser la forma más prevalente, lo cual concuerda con la literatura
existente y subraya las formas aparentemente menos severas de acoso pueden
tener impacto psicológico significativos, generando sentimientos de
incomodidad, enojo, frustración, miedo (Martínez et al., 2022).
Las
diferencias en las reacciones emocionales ante el acoso callejero entre género,
con miedo predominando entre las mujeres y la incomodidad entre los hombres.
Estas diferencias resaltan el impacto psicológico diferencial y la normalización
de estas conductas en la sociedad frente al género femenino (Herrera y
McCarthy, 2022). Esta normalización refleja cómo los sistemas de poder
contemporáneos perpetúan una vigilancia constante que afecta la privacidad
individual y promueve la autorregulación del comportamiento (Deleuze, 2017).
Además, los sentimientos de vulnerabilidad y angustia, impactan en el bienestar
emocional y seguridad de las mujeres (Thornton et al., 2023), así como induce
cambios en el comportamiento y evitar interacciones por parte de los afectados
(Echavarría, 2022).
Asimismo,
los mecanismos de control que resultan de la internalización se manifiestan en
las estrategias adoptadas por las víctimas, puede llevar a una pérdida de
gestión tanto a nivel individual como colectivo, intensificando las
desigualdades sociales al fortalecer las estructuras de poder existentes
(Foucault, 1976). Esta persistente desigualdad de género en el acoso callejero
refleja la construcción social de roles y normas implícitas que perpetúan las
disparidades de género que limitan la libertad y el acceso equitativo de las
mujeres universitarias a los espacios públicos (Butler, 2017; Fernández, 1992).
Las estrategias que adoptan las victimas incluyen la planificación de rutas, ir
acompañas y estar en constante vigilancia ante una amenaza en el entorno
(Vallone y Quiroga, 2019).
En
consonancia con el aspecto anterior, las víctimas de acoso desarrollan
estrategias tales como modificación de vestimenta, cambiar rutas u horarios y
evitación para salir de casa, lo que genera dificultades en sus actividades
diarias. Se evidencia como las víctimas de acoso callejero, especialmente
mujeres, a menudo se culpan a sí mismas por los incidentes vividos (Chafai,
2021). Además, se indica un problema social donde las mujeres son
responsabilizadas injustamente por el acoso que sufren (Quiroz et al., 2023).
Los
resultados de este análisis enfatizan la necesidad de implementar programas
integrales de prevención del acoso, desigualdad de género y la inseguridad en
espacios públicos, que aborden las causas socioculturales del acoso callejero y
fortalezcan las habilidades de afrontamiento de las víctimas. Es crucial
desarrollar políticas institucionales y marcos legales solidos que abordan
eficazmente esta problemática persistente.
CONCLUSIONES
En
base a los resultados revisados con anterioridad se puede detectar una alta
prevalencia de acoso callejero entre estudiantes universitarios ecuatorianos,
con una incidencia significativamente mayor en mujeres. Esta disparidad de
género se manifiesta en diversas formas de acoso, principalmente verbal y
físico, ocurriendo con mayor frecuencia en calles y transporte público. Este
acoso genera importantes cambios conductuales en las víctimas, especialmente en
mujeres, quienes adoptan estrategias de evitación y autolimitación, lo que
impacta su libertad de movimiento y bienestar emocional.
Las
respuestas emocionales y adaptativas varían según el género, con las mujeres
experimentando más miedo, adoptando estrategias como modificar su vestimenta y
rutas de tránsito, por el contrario, los hombres suelen experimentar
incomodidad, pero no muestran cambios significativos en su comportamiento.
La
evidencia resalta la necesidad urgente de implementar programas integrales de
prevención focalizados por género y contexto social, así como desarrollar
políticas institucionales tales como el desarrollo de entornos más seguros para
los estudiantes universitarios, con un enfoque en la protección de sus derechos
y la promoción de su bienestar físico y emocional con la finalidad de mitigar
los impactos en la libertad y bienestar de los estudiantes universitarios,
buscando además promover una mayor conciencia social sobre los efectos del
acoso callejero en los integrantes de la sociedad.
CONFLICTO DE INTERESES
Los autores declaran que no existe conflicto de
intereses para la publicación del presente artículo científico.
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